Dictadura militar en argentina
Proceso de Reorganización Nacional es el nombre con el que se autodenominó la dictadura cívico-militar que gobernó la Argentina desde el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976, que
derrocó al gobierno constitucional de
la presidenta María Estela Martínez de Perón, hasta el 10 de diciembre de 1983, día de asunción del gobierno elegido mediante sufragio de Raúl
Alfonsín
Una junta militar, encabezada por los comandantes de las tres Fuerzas Armadas, ocupó el poder, una etapa que suele ser
denominada simplemente como el Proceso. Es considerada la dictadura más
sangrienta de la historia argentina
El Proceso se caracterizó por el terrorismo de Estado, la
constante violación de los derechos humanos, la desaparición y
muerte de miles de
personas, la apropiación
sistemática de recién nacidos y
otros crímenes de lesa humanidad.
Un largo derrotero judicial y político ha permitido condenar a parte de los
responsables en juicios que aún continúan su curso.
- · El inicio de este proceso comenzó El mismo 24 de marzo de 1976, los golpistas organizaron un gobierno que impuso, como órgano supremo del Estado, una Junta de Comandantes de las tres fuerzas armadas (ejército, marina y aviación). El origen tripartito del poder, durante el Proceso de Reorganización Nacional, estableció una situación de independencia virtual de cada fuerza que, en más de una ocasión, llevó a que actuaran sin comunicación alguna entre ellas y hasta a enfrentarse entre sí. La primera junta militar estuvo integrada por Jorge Rafael Videla (Ejército), Emilio Eduardo Massera (Marina) y Orlando Ramón Agosti (Aviación).
También se dispuso que el
mando directo del país quedara en manos de un presidente, con facultades
ejecutivas, legislativas y judiciales, designado y supervisado por la junta. El
primer presidente designado fue el ex general Jorge Rafael Videla
Los autores e ideólogos del golpe
decidieron autodenominarse como Proceso de Reorganización Nacional,
aludiendo de ese modo a dos conceptos fundamentales de la dictadura:
·
a) que se trataba de un proceso y que como tal no tenía plazos sino
objetivos
·
b) que había que reorganizar radicalmente al país, implementando
reformas que modificaran profundamente la economía, las relaciones laborales,
el sistema político y la cultura nacional
A partir del golpe de Estado del 24 de marzo de
1976, se instauró en el país una dictadura que implantó el “terror más profundo
que ha conocido la sociedad argentina, y posibilitó la imposición de un modelo
de país autoritario, económicamente regresivo y socialmente injusto requerido
por los centros de poder internacional y los grupos económicos concentrados.
Este golpe no constituyó una irrupción abrupta, sino que se insertó en una
cultura política atravesada por prácticas de violencia estatal y paraestatal, y
por la continua alternancia de dictaduras militares y democracias restringidas
durante todo el siglo XX.
En un contexto de fuerte movilización social que
caracterizó los inicios de la década del setenta, las Fuerzas Armadas
comenzaron a desarrollar operativos ilegales, avanzando sin pausa hacia la
usurpación del poder estatal. Más de 1.500 víctimas, muchas de ellas
desaparecidas, fueron el resultado de los asesinatos y secuestros efectuados
por la Triple A y otras bandas de derecha -organizadas, armadas y financiadas
desde el Ministerio de Bienestar Social y otros sectores gubernamentales-, las
acciones criminales encubiertas de los comandos de la inteligencia militar y
policial y la agudización de la política represiva (“Decreto de
aniquilamiento”). Así, se allanó el camino para el golpe de Estado que derrocó
un gobierno constitucional, con la eliminación de todo vestigio democrático.
El objetivo de eliminar al activismo social, desmantelar la organización popular, disciplinar a la sociedad y vaciarla hasta de su propia memoria, requirió poner a la totalidad de las instituciones del Estado al servicio del terror. Tras el golpe de 1976, la dictadura institucionalizó y potenció el modo represivo previamente ensayado: la metodología de secuestro-tortura-desaparición y la instauración de los centros clandestinos de detención como dispositivos de exterminio de los prisioneros y de diseminación del miedo hacia la sociedad. En esa red de más de 500 centros desplegada a lo largo del país, la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) constituyó un engranaje emblemático
El objetivo de eliminar al activismo social, desmantelar la organización popular, disciplinar a la sociedad y vaciarla hasta de su propia memoria, requirió poner a la totalidad de las instituciones del Estado al servicio del terror. Tras el golpe de 1976, la dictadura institucionalizó y potenció el modo represivo previamente ensayado: la metodología de secuestro-tortura-desaparición y la instauración de los centros clandestinos de detención como dispositivos de exterminio de los prisioneros y de diseminación del miedo hacia la sociedad. En esa red de más de 500 centros desplegada a lo largo del país, la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) constituyó un engranaje emblemático
Unos de los casos más mencionados
que ocurrieron durante esa época es conocido
como la Noche de los Lápices a una serie de
diez secuestros y
asesinatos de estudiantes de secundaria, ocurridos durante la noche del 16 de septiembre de 1976 y días posteriores, en la ciudad
de La Plata (ciudad capital de la provincia de Buenos Aires).
Este suceso fue
uno de los más reconocidos entre los actos de represión cometidos por la última dictadura cívico-militar
argentina (1976-1983), ya que los desaparecidos eran
estudiantes, en su mayoría menores de edad (menos de 18 años), que fueron torturados antes de matarlos.
El caso tomó
notoriedad pública en 1985, luego del testimonio de Pablo Díaz, uno de los
sobrevivientes, en el Juicio a las Juntas.
Además Díaz participó de la creación del guion que llevó la historia al cine en
1986, en el filme homónimo.
Cuatro de los estudiantes secuestrados sobrevivieron a las posteriores torturas
y traslados impuestos por la dictadura.
los Derechos Humanos que fueron violados en ese período fueron:
Asesinato; Exterminio; Tortura; Sujeción a esclavitud; Persecución por motivos políticos, religiosos o étnicos; Discriminación institucionalizada por motivos raciales, étnicos o religiosos que suponga la violación de los derechos y libertades fundamentales y entrañe graves desventajas para una parte de la población; Deportación o traslado forzoso de poblaciones, con carácter arbitrario; Encarcelamiento arbitrario; Desaparición forzada de personas; Violación, prostitución forzosa y otras formas de abuso sexual; Otros actos inhumanos que menoscaben gravemente la integridad física o mental, la salud o la dignidad humana, como la mutilación y las lesiones graves. Apropiación de bebés Destrucción de la economía La deuda externa
Suspende la actividad política Suspende los derechos de los trabajadores. Interviene los sindicatos. Prohíbe las huelgas. Disuelve el Congreso. Disuelve los partidos políticos. Destituye la Corte Suprema de Justicia. Interviene la CGT. Interviene la Confederación General Económica (CGE). Suspende la vigencia del Estatuto del Docente. Clausura locales nocturnos. Ordena el corte de pelo para los hombres. Quema miles de libros y revistas considerados peligrosos. Censura los medios de comunicación.
luego de un largo proceso de sufrimiento , que marco la historia argentina llego a su fin:
El fin del Proceso.
Jaqueado por las crecientes protestas
sociales, la presión internacional por las violaciones a los derechos humanos,
y la derrota en la guerra de las Malvinas, el Proceso decidió
finalmente entregar el poder en 1983. Bignone, el último líder de la Junta
Militar, se vio obligado a llamar a elecciones. Tal fue así, que, tras siete
años de gobierno militar, el 10 de diciembre de 1983 Raúl Alfonsín asumió como
presidente constitucional de la Argentina. Había ganado las elecciones del 30
de octubre con el 52 % de los votos. Pocos festejos fueron tan emotivos como el
de la recuperación de la democracia, en la Plaza de Mayo.
Apenas asumida la presidencia, el 10
de diciembre de 1983, Alfonsín (1983–1989), firmó los decretos de
creación de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de
Personas para investigar las violaciones a los derechos
humanos ocurridas entre 1976 y 1983. Su investigación,
plasmada en el libro Nunca más fue entregada a Alfonsín el 20 de
septiembre de 1984.
La CONADEP realizo un informe sobre la distribución de desaparecidos
según su profesión u ocupación:
Obreros.........................................................................................
30,0%
Estudiantes................................................................................
21,0%
Empleados....................................................................................
17,8%
Profesionales.................................................................................
10,7%
Docentes.......................................................................................
5,7%
personal subalterno de las Fuerzas de seguridad..
2,5%
Amas de
casa...............................................................................
3,8%
Autónomos y
varios........................................................................
5,0%
Periodistas....................................................................................
1,6%
Actores y artistas...........................................................................
1,3%
Religiosos.....................................................................................
0,3%
El gobierno radical ordenó el juzga miento de los principales
responsables del terrorismo de estado en el llamado Juicio a las Juntas,
Su sentencia condenó a los integrantes de las Juntas Militares a penas
por delitos de lesa humanidad, incluyendo la reclusión perpetua de los
principales responsables (El Gral. Jorge Rafael Videla y el almirante Emilio
Massera que fueron condenados a cadena perpetua). Era la primera vez que se
enjuiciaba a quienes detentaron la suma del poder público sin más armas que las
leyes. Se los enjuició por los mismos tribunales que pueden enjuiciar a
cualquier ciudadano.
Sin embargo, cediendo a las presiones de sectores militares (y también
de algunos sectores civiles), al año siguiente del histórico juicio a los
principales jefes militares, el gobierno de Raúl Alfonsín promovió la Ley
de Punto Final que fijaba un plazo de 30 días para receptar las
acusaciones contra militares en la Justicia por violación de
los derechos humanos.
Existía un gran malestar militar debido a que antes que terminaran los
plazos fijados por la ley de Punto Final, la Justicia federal dictó el
procesamiento de unos 500 militares, esto desencadenó la rebelión
"cara pintada" en Semana Santa del año 1987. Ante
esta presión el gobierno de Raúl Alfonsín promovió la Ley de
Obediencia Debida que absolvía a los militares de rango intermedio y
menor, así dio lugar al des procesamiento de la mayoría de oficiales y
suboficiales involucrados en la represión porque se consideró que obraban bajo
subordinación a la autoridad superior (algunos de los beneficiados
por esta ley fueron Antonio Bussi y el destituido capitán Alfredo Astiz).
(El 14 de junio de 2005 el Senado de
la Nación dio sanción definitiva a la derogación de las leyes de
Punto Final y Obediencia Debida. Esta decisión no tendrá incidencia jurídica
porque ninguna ley se puede aplicar a hechos ocurridos antes de su sanción. Es
por esto que no podrán ser juzgados quienes se beneficiaron con estas leyes en
la década pasada. Sin embargo, la derogación de las mismas tiene una fuerte
repercusión política a partir del masivo respaldo del pueblo. La situación
legal se retrotrae a 1986, ya que la decisión de la Corte Suprema deja la
posibilidad de que se reabran los juicios contra militares, interrumpidos hace
19 años).
Aunque el país ya se encontraba en democracia, todavía no se había
despedido de los fantasmas de la última dictadura, Alfonsín no tuvo la
suficiente autonomía y apoyo para erradicar completamente a los militares
culpables del terrorismo de estado.
Finalizado el mandato presidencial de Raúl Alfonsín, en las elecciones
de 1989 asume como presidente Carlos Saúl Menem, que
en 1990 concedería el Indulto a militares y civiles
que cometieron delitos durante el “Proceso de Reorganización Nacional” (una
serie de diez decretos fueron sancionados el 7 de octubre de 1989 y
el 30 de diciembre de 1990). Estos indultos alcanzaron al Gral. Jorge
Videla y a Eduardo Massera, al procesado ministro de Economía
Martínez de Hoz, entre otros. Muchos de ellos condenados a cadena perpetua; no
obstante, quedarían en prisión domiciliaria por otros crímenes no alcanzados
por el indulto, como la apropiación de hijos nacidos durante el cautiverio de
sus padres. Mediante estos decretos fueron indultadas más de 200 personas.
Estos hechos fueron vividos como una derrota por parte del movimiento de
derechos humanos. La actividad social ligada a las reivindicaciones por los
derechos humanos entro en un cono de sombra. Durante la primera mitad de los
90’, la presencia pública del movimiento fue escasa, con pocas movilizaciones y
escasa presencia relativa en los medios y el espacio publico. Para ese entonces
las acciones más notorias fueron ligadas a la recuperación de niños
secuestrados o nacidos en cautiverio, impulsadas por la Agrupación de Abuelas
de Plaza de Mayo. En 1996, cuando se cumplieron veinte años del golpe militar,
con las numerosas iniciativas de conmemoración, con el impacto emocional de los
relatos, la posibilidad de hablar de lo callado, el tema de de las violaciones
a los derechos humanos durante la dictadura volvieron a ocupar un lugar central
en la atención pública. Las acciones judiciales se multiplicaron.
El Día
Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia es el día en el que se
conmemora en Argentina a las muertes de civiles producidas por
la última dictadura militar que gobernó el país, anualmente
el 24 de marzo en recuerdo del mismo día de 1976, fecha en la
que se produjo el golpe de Estado. El 2 de agosto de 2002 el Congreso
de la Nación Argentina promulgó la ley 25.633 creando al Día Nacional de
la Memoria por la Verdad y la Justicia con el fin de conmemorar a las víctimas,
pero sin darle categoría de día no laborable. Tres años después, durante la
gestión del presidente Néstor Kirchner , se impulsó desde el
mismo Poder Ejecutivo Nacional que la fecha se convirtiera en un día
no laborable.
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